La palabra “chakra” puede sonar mística, pero en realidad describe algo que todas sentimos: zonas del cuerpo donde se concentran emociones, tensiones y fuerzas internas que influyen directamente en nuestro bienestar. Puedes llamarlos puntos de energía, centros emocionales o antenas internas; el nombre no importa tanto como comprender lo que revelan sobre ti.
Los chakras son siete áreas a lo largo de la columna, desde la base hasta la coronilla, donde convergen cuerpo, emoción y conciencia. Imagínalos como pequeñas ruedas que giran: cuando están equilibradas, te sientes alineada; cuando se bloquean, notas síntomas físicos, emocionales o mentales.
Lo interesante es que no hace falta creer en nada “mágico” para entenderlos: son un mapa práctico de autoconocimiento.
1. Chakra raíz: seguridad y estabilidad
Lo notas cuando conectas con la tierra, cuando tienes los pies bien puestos en tu vida. Cuando está bloqueado aparece miedo, inseguridad o falta de dirección. Todo lo que te dé estructura (rutinas, hogar, descanso) lo equilibra.
2. Chakra sacro: emociones y creatividad
Es el centro del placer, la sensibilidad y el movimiento emocional. Cuando fluye, te sientes creativa y motivada; cuando no, te invade la apatía o la explosividad emocional.
3. Chakra plexo solar: autoestima y voluntad
Es tu motor interno. Si está fuerte, te sientes capaz; si se debilita, aparecen dudas, culpa o el miedo al juicio ajeno.
4. Chakra corazón: amor y conexión
No es solo un chakra “romántico”: es el centro de la empatía, el perdón y la apertura. Un bloqueo aquí suele sentirse como una coraza emocional o una tristeza persistente.
5. Chakra garganta: expresión y verdad
Bloqueado se manifiesta como dificultad para hablar, miedo a expresar lo que sientes o comunicación tensa. Abierto, te permite decir tu verdad sin herir ni herirte.
6. Chakra tercer ojo: intuición y claridad
No es “ver el futuro”, sino ver tu vida con lucidez. Cuando está equilibrado, sabes lo que quieres y confías en tus decisiones.
7. Chakra corona: conexión y propósito
Aquí habita el sentido, la espiritualidad y la visión amplia. Cuando fluye, sientes que tu vida tiene dirección; cuando no, te invade la desconexión o el vacío interior.
El Reiki trabaja sobre estos centros suavemente, sin forzar, ayudando a que vuelvan a equilibrarse. Es como ajustar un instrumento: todo suena distinto cuando está bien afinado.
Conocer tus chakras no es un ejercicio teórico; es aprender a leer tu energía, tu cuerpo y tu historia. Y ese conocimiento te cambia.