Una de las preguntas más frecuentes es: “¿Por qué me relaja tanto el Reiki?”.
La respuesta tiene dos capas: una espiritual y otra fisiológica. La combinación de ambas explica por qué una sesión puede sentirse como “respirar por dentro”.
1. La explicación espiritual: recibir sin esfuerzo
En Reiki no haces nada: no tienes que analizar, hablar, resolver o entender. Simplemente recibes. Tu energía se reordena desde un lugar más profundo de lo que tu mente controla. Es como si tu sistema interior dijera: “Por fin alguien sostiene esto por mí”.
Esta sensación de entrega —sin juicio, sin tensión, sin exigencias— produce una relajación inmediata. A veces no te das cuenta del peso que llevas hasta que lo sueltas.
2. La explicación energética: liberación de bloqueos
El cuerpo guarda emociones, recuerdos y tensiones. Cuando un punto energético está saturado, te sientes rígida, dispersa o inquieta. El Reiki ayuda a que la energía vuelva a fluir, y cuando eso sucede, el cuerpo interpreta que ya no está en alerta. Baja la intensidad interna, y aparece la calma.
3. La explicación fisiológica: activación del sistema parasimpático
Esta es la parte científica:
El contacto suave, la presencia tranquila y la respiración pausada activan la rama del sistema nervioso encargada del descanso y la restauración, el sistema parasimpático. Cuando este sistema se enciende:
- baja la frecuencia cardíaca
- disminuye la tensión muscular
- mejora la respiración
- cae el nivel de cortisol (hormona del estrés)
- el cerebro entra en ondas alfa (estado meditativo)
En pocas palabras: el cuerpo entra en modo reparación.
Un dato interesante: en estudios con resonancias y mediciones de frecuencia cardíaca, se ha observado que incluso personas que no creen en el Reiki experimentan esta respuesta fisiológica.
¿Por qué? Necesitamos momentos donde el cuerpo entiende que “estamos a salvo”.
4. La explicación emocional: permiso para sentir
Cuando el cuerpo se relaja, lo emocional se desbloquea. A veces aparece una lágrima, un suspiro o un pensamiento claro. No es casualidad: la calma abre una puerta que en el día a día mantenemos cerrada.
Por eso el Reiki se siente tan profundamente sanador: actúa en capas que normalmente no atendemos.
El Reiki no solo relaja: te devuelve a ti misma.
Esa es su mayor medicina.